La descripció de la Setmana Santa en el “Viage a Mataró con el
ferro-carril” de Juan Amich
Entre els diversos temes que es
tracten en aquesta breu obra, tals com una història de Mataró des del que
s’anomena “tiempos primitivos” fins a l’arribada dels Borbons, passant per una
descripció de l’església de Santa Maria, també ens ofereix una descripció de
les festivitats que podria trobar-hi el viatger. D’aquestes, Amich en destaca
“el entierro del carnaval”, “la Semana santa”, “las caramellas”, “las
serenatas” i, finalment, “la fiesta de las SS. Vírgenes Juliana y Semproniana”.
Arribada ferrocarril a Mataró. |
Tot seguit, transcribim el text
que dedica a la Setmana Santa:
Tocando ya á su término la cuaresma, en que la juventud ha asistido á los
sermones y dejado los pecadillos del carnaval al pie del confesonario, damos
con el jueves y viernes santo, en que la iglesia católica nos representa
majestuosamente el aniversario de la pasión del Crucificado, asistiendo los
fieles á visitar los templos erigidos, para que ofreciéndole culto, se eternice
su memoria. Y así, viagero, si os halláis en este día en esta ciudad, podréis
hacer las estaciones que la Iglesia impone á todo cristiano, visitando los
monumentos en el órden siguiente: Iglesia parroquial ó sea de Sta. María de Mataró,
en que hallaréis un mausoleo serio; en el convento de las monjas capuchinas
erigido desde el año 1737, hallaréis otro guarnecido de mayos, así como las
restantes iglesias, como son, S. José, hermoso convento que pertenecía antes á
los carmelitas descalzos, fundado en el año 1588, y ahora destinado para un
colegio de Señoritas dirigido por las Señoras de Loreto, pudiendo pasar luego
al de Sta. Teresa de Carmelitas descalzas, levantado en el año 1648, al de Sta.
Anna, perteneciente á los PP. de las escuelas pias, edificado en el año 1737, y
por último á la iglesia de S. Jaime, propia del Hospital.
En ambas noches podréis quedaros para ver las procesiones, las que
efectivamente serian muy serias, si se dejase un olvido la costumbre antigua de
que los niños que recuerdan la pasión y muerte de Jesucristo, no llevasen como
una banda un colosal rosco, y los directores, mayorales de los misterios, no
ofreciesen á los espectadores un polvo de tabaco.
El sábado santo todo respira alegría: á las nueve de la mañana anuncian las
campanas el aniversario de la resurrección del Salvador, y los niños pululan
por las calles con mazos y palos golpeando las puertas de las casas, y á la
misma hora de la noche, anímese la ciudad siguiendo un inmenso gentío á una
multitud de comparsas con diferente disfraz, cada una de ellas alumbradas por
un magnífico farol ó por farolitos de diversos colores que adornan a los carros
matizados de flores, en los que depositan los regalos de las jóvenes, dándoles
la figura de preciosos chinescos ú otras varias formas. Pueblan los aires con
sus cánticos dirigidos á las hermosas que ansiosas esperan tras los cristales
del balcón, oír aquellos acentos filarmónicos llenos de amor y dulzura, y que
suba la odorífera cesta guarnecida de flores para depositar en ella almíbares,
pastas, botellas de licor, vinos generosos, morcillas, huevos y á veces algún
par de gallinas, si no bajan por la puerta algún cordero. Bien se deja ver que
no todas las comparsas se hallan en igual grado de mérito, ya por las canciones
como por la música y el ornato. Pero la que generalmente casi siempre llama la
atención, es la de los jóvenes, que aprovechando las vacaciones de sus
estudios, han ensayado de antemano piezas escogidas, unas por el estilo serio y
otras por el jocoso, regalando la letrilla de esta última liada con un ramo de
flores.
Este regocijo público dura hasta las tres ó las cuatro de la madrugada,
hora en que se retiran á sus casa para otro día volverse a reunir y saborear
los regalos de las bellas que también han perdido la noche para obsequiar á sus
amigos ó amantes. Todo esto presta conversación el día del entierro de la
sardina (tercer día de pascua) en el punto mismo y con igual concurrencia.